Eduardo Martínez
En mitad de la
playa.
En la barandilla
salvavidas. ¿Salvavidas?
Apenas luz en el
aire inquieto de invierno.
¿Qué espero, -quizás ser otro que nunca fui- qué añoro -amor,
tiempo- en este instante perenne?
Personas invisibles -busco con húmeda mirada- a un lado y a otro.
¿Qué saben ellas?
En frente, las olas que cada cierto tiempo -segundos- llegan a la
orilla
a recordarme la insoportable compañía de la soledad abrumadora
y asumida ya.
Y escondiéndose por la izquierda del mundo, este apagado sol,
que hoy, -nuevamente- no me trajo nada.
Amanece en algún lugar. Mientras, aquí, -ahora, arriba, en la
brisa- en dirección
al infinito, me gritan las gaviotas, como celebrando, a mi costa -¿no
ven que sufro?-
la inferioridad de los humanos.
Abajo, en la gastada arena, restos -conchas, maderas, sueños- que
si
pudieran hablar, tampoco lo harían. Restos, sueños... aquel momento
infinito que te
ame...
Pero no estoy triste, solo echo de menos la felicidad, que, como un
olvido,
recordé hoy.
Abandono, -póstumo
ya- y caminando hacía la derecha del mundo,
la sombra -frente a
mí- que se derrite desde mis pies, me recuerda que mañana
será otro día.
Y que llegará,
-repetición vital, triste e inacabable- sin el
color de las
“nomeolvides”.
3 comentarios:
POR TU MANO CUANDO ESCRIBES,CAMINA LA TERNURA,LA MELANCOLIA,EL AMOR,EL DESAMOR.ES FACINANTE PODER LEERTE
lo hago un poco mio, pq tod@s creo, que nos sentimos asi en alguna ocasion. Siempre llegas a lo mas hondo....donde duele...
No se que decir,todavia se me encoge el alma al releer.no hay palabras,ya no caben.gracias,es la unica que me sale,gracias
Publicar un comentario