Eduardo Martínez
ABRÍ Y ERA
LA MUERTE...
Abrí
y era la muerte...
Se interrumpió mi fría y húmeda desazón, fría y
húmeda como el aire de un nicho abierto.
Me preguntó por qué mi deseo de soledad.
“Solo noto en mi interior una noche de invierno,
llueve desde que ella no está”, le contesté.
Me dijo que en su agenda llevaba mi nombre...
“Desde entonces no sé amar. Triste como un niño
jugando solo, voy organizando mi ausencia”.
Abrí, eran la muerte y la desgracia...
Me preguntaron por qué mi alma color de rata.
“Le regalé mi primavera, me quedé con este silencio
venenoso, insensible, certero... ¡Qué daría por despertarla con
mis labios! Batido por un infinito viento del norte, que me rompe una
vez más la vida -demasiada muerte en mis ojos-”.
“¿Por qué nadie me advirtió del sudario que ya me
cubre?”.
Abrí y eran la muerte y la desgracia...
A la desgracia le dije que se fuera.
3 comentarios:
Leo para escuchar otra voz en mi silencio,pero duele,es bonito pero duele
Es muy hermoso... Solo quien lo ha sufrido o lo sufre lo sabe....
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