Eduardo Martinez
Nada. Nada absoluta. Abandono.
Espera negra sobre la cama.
Recuerdo para una generación más
solamente.
Cansancio profundo y apacible.
Lo único, el nombre en el buzón
de un portal olvidado.
Y llorar, llorar sin saber
todavía por qué.
Ojos brillantes de niño perdido.
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