Eduardo Martinez
No dejo de
visitar la playa, porque en ella estuvieron grabados
tus pies…
Cae la sombra sobre mi postrera luz…
la fuerza del atardecer no me redime
ya de nada.
—acaso si no
vienes, será que no tienes motivos. Pero espero, con
languidez de ropa
colgada en un día sin viento… —
El sol oscuro, triste…y en mi
recuerdo —tormenta del alma— la cadencia
de tu pelo sobre
los hombros…
Melancólico como la iluminación de
un velatorio de barrio, intento recordar tu
ropa al aire llevadero de las olas.
Y cuando vuelvo a la realidad caen, por el exterior de
mis ojos, lágrimas de
nochebuena en soledad.
No dejo de visitar la playa, porque
hay arena con tu aroma. Y las olas que me
recuerdan que todo es temporal, me
llaman sin descanso. Pero no me engañan, y voy a
por ellas…
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