Eduardo Martínez
Suena mi corazón a olvido,
como las contraventanas
golpeándose en una casa
abandonada.
Me olvidó la mujer que no me olvidaría… No le digan que
me mató,
porque a veces en una vida,
se muere más de una vez.
—Nunca pensé en el último beso… —
Y mientras, voy yéndome un poco con cada persona que se
me va, con
cada suspiro sin motivo.
Las sombras. Las decepciones, el ocaso… morir de olvido.
Atroz lentitud
la del tiempo que todo lo
cura…
El desobediente telón se lleva con él la esperanza del
amor.
—Se alejaban tus miradas, y las mías—
En la sonrisa, el futuro último beso. Solo me quedaban tus brazos,—extensión de mi memoria—abiertos, acogiendo los desasosiegos de mis penas futuras.
Y vivir. Vivir con el trozo de corazón que me queda, o morir. Morir
ya de este viaje que solo trajo ilusión y tristezas.
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