Eduardo Martínez
El
piano es un ataúd con la tapa levantada.
Como
la cicatriz mal cerrada de una herida de amor.
Es un
ojo despierto que llora arpegios que llevan tu nombre.
Y
tocándolo, me acuerdo de ti.
Soy
un pobre, un abandonado pianista enlutado,
aunque
porte todos los colores.
Tempo
impettuoso el pasado,
donde
nos besábamos, nos acometíamos, nos codiciábamos,
nos
apetecíamos, nos buscábamos, nos entregábamos,
enloquecíamos...
tanto.
Y
ahora recuerdos como adagios, intemporales, lentos,
sutil
fallecimiento que se diluye sobre mi vida.
Pero
de ti ya sólo me queda el piano,
como
un féretro entreabierto,
como
un páramo lleno de losas inviolables,
en
este tiempo de nostalgias y mentiras.
Como
mi corazón, donde rompe
un
sollozo por la muerte de todo.
Y me
pierdo entre la nada,
aniquilado
como la ceniza que algún día seré.
Y
lloro por el amor que me hizo amar la vida,
mientras
ando de aquí para allá,
recordando
y olvidando,
esperando
el tiempo infinito,
cuando
el piano se cierre para siempre.
3 comentarios:
Eduardo utiliza como aliada la palabra, para expresar, siempre con una gran fuerza, unos sentimientos que me arrastran hasta conseguir evocar momentos personales. ¿Y no es uno de los fines de la poesía?
Como siempre extraordinario Eduardo
Filadi Curto
Hola, quiero enviaros el relato que escribí, pero no encuentro el correo por ninguna parte
CIERRO LOS OJOS Y ESCUCHO TU VOZ,CALIDA Y ENTRAÑABLE RECITANDO TUS POESIAS,PALABRAS QUE GOLPEAN,ACARICIAN,DESTRUYEN,ME HACEN SENTIR Y QUE BONITO ES SENTIR A TRAVES DE TUS POESIAS
Publicar un comentario