Juanjo
Un piano es un ataúd con la tapa levantada, así lo definió el otro día Eduardo, yo me quedéasombrado, pues es un tipo raro, pero como todo, en las distancias cortas cambia, cuando le
tratas e intercambias impresiones nunca deja de sorprenderte, así que salí de la reunión un poco,
no preocupado, pero sí sorprendido, ¿que escribo yo ahora?, ¿pero como se le ocurren a este
hombre esta cosas?, el otro día nos sorprendió con una palabra, cotrofe, que no conocíamos ninguno, y ahora no vamos a olvidar, una vasija bizantina, un recipiente de un medio litro más o
menos, vamos una pinta.
A los pocos días le encuentro en Las Meanas, se habían colocado allí los tenderetes de la Feria
del Libro y él que es un auténtico devorador de libros, estaba al rebusco, así que coincidimos, él
comprando, yo mirando, como estábamos cerca de la cafetería Viena, mi oficina, después de hacer el recorrido nos tomamos una cañas, y empezamos a charlar.
Vamos a ver hombre, dije yo, ¿a quien se le ocurre decir eso del ataúd y el piano?.
¡Pero que poca imaginación tienes,! me dijo, ¿no te das cuenta?. Había en la cafetería un piano y
poca gente, se sentó en el taburete: tú levanta la tapadera del piano,¿qué ves? Y al decir tapadera, sonrió y yo también, pues los dos recordamos a Filadi, levanté la tapa y respondí: pues aparte de polvo y suciedad, unas cuantas cuerdas y unos mazos, nada más.
Como se ve que no tienes imaginación, tú miras, pero no ves, ¡no te fijas!, debajo de la tapa el piano está absolutamente lleno de vida, el piano tiene alma, eso que tú dices que son motas de polvo, son las notas que parece que están muertas esperando a alguien que sepa verlas y darles vida para que los demás las disfruten, pero con todos los sentidos, ven, siéntate aquí a mi lado. Así que descubrió el teclado y dejó caer sus enormes manos de boxeador, cierra los ojos, y disponte a ver lo que hay dentro.
Empezó con la sinfonía Pastoral de Bethoveen. Yo empecé a ver unas manos delicadas que se
deslizaban sobre un campo de amapolas y una nube de mariposas salía volando, ¿no ves a grupo de gente que baja corriendo hacia el prado de la romería?, me sonreí y vi parejas cogidas de la mano y bailando, lo vi todo a través de los sones que salían del fondo del piano, cambió de composición, sonaba El Danubio azúl", no abras los ojos, sigue así, me dijo, déjate llevar, y
efectivamente, sin querer, yo empezaba a balancearme de un lado a otro con suavidad en el
escenario del Palacio Valdés, se le veía concentrado en la música, y cambió a Chopin, un
nocturno, era una música que invitaba a sentarse y soñar, de repente y sonó una marcha militar, laMarcha Radewsky, casi que me levanto y me pongo a desfilar. ¿Lo ves?, me decía, ese es el
poder de la música, que en el momento que la escuchas y pones un poco de atención te
transporta de un lugar a otro, de un estado de ánimo a otro. Continuó con un amplio repertorio y
yo cada vez más asombrado, de vez en cuando decía, no mires, escucha, era la Danza del fuego de Falla. Pues todo esto está como muerto dentro del ataúd del piano. En los ataúdes, no hay
muertos, sino espíritus vivos que de vez en cuando nos visitan y según esté nuestro estado de
ánimo así les recibimos y les reconocemos, nos pueden dar tristeza, una sonrisa, nostalgia, todo
depende de lo que tú veas y seguía con la música, y escuché, vi, el Requiem de Mozart, y ya para
despertarme y continuar la conversación salieron del piano una notas del Xiringüelu. Y me vi en
Pravia, entre los puentes de FEVE y la carretera. ¡Fíjate cuanto guarda un piano!.
Mira, por esta melodía casi hubo un conflicto internacional de los países europeos con España, escuchando la música, inmediatamente recordé mis tiempos de la mili, lo que sonaba era el
Himno de los Zapadores, con una música muy marcial, recordaba la letra, muy heroica, como
debe ser, él siguió diciendo: cuando el Principe Felipe cumplió los 18 años, la TVE hizo un
reportaje sobre su educación y naturalmente salieron imágenes de su paso por la Academia
militar de Zaragoza y desfilaban cantando con esta música, como era un época que había que
exportar imagen de democracia en España, se mandó a las diferentes países europeos y se
armó...., pues la letra no la entendían, pero sí la música, y era el Himno de las SS, y sus
recuerdos no eran agradables, sólo vieron las notas, las que viven y aguardan en el ataúd del
piano. ¡Ese es el verdadero poder de la música!. Todo esto sin dejar de tocar y yo encantado con
la lección de música y de vida que estaba recibiendo.
Deduzco de todo esto que no podemos juzgar a las personas, ni las cosas, ni las palabras, por
la impresión que te causan a primera vista, en el momento que ahondas un poco, que raspas la superficie, que piensas, encuentras un carácter que no esperas.
¡La vida siempre te sorprende!
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