DESCRIPCION
CAFE ENTRE LIBROS
ES UNA VENTANA AL MUNDO DONDE LOS AUTORES DEJAN SUS OBRAS CON EL FIN DE COMPARTIR CON TODO AQUEL QUE DESEEVISITARNOS.
Marzo - Eduardo Martínez
Marzo
Eduardo Martínez
No hay aire, es como si se hubiese ido. Como si no existiera. No puedo llenar los pulmones. No sé si estoy muerto, o soñando. O las dos cosas. Hay
una ligera neblina, como humo poco denso. Y sigo sin aire, no puedo respirar. Y no sé porqué, no estoy debajo de agua. Pero no hay aire. Como en
la mili, cuando después de una explosión, el aire sale despedido, y tarda un rato en volver.
Y esta neblina... como humo. Por fin respiro, ya hay aire, no sé donde estaba. Pero ya ha vuelto. Mejor, por lo visto no estoy muerto. Puede que
soñando sí, no sé. Ahora mismo no sé nada.
No hay nada de ruido, sólo un pitido lejano en mis oídos. Que va aumentando de volumen. Ahora es ya molesto. Sigo sin saber que pasa, ni donde
estoy. Se va disipando el humo, la neblina que hay aquí.
Estoy como en una habitación alargada, como un autobús. Pero sin techo, descapotable, el techo esta como roto. Aunque no puedo moverme para
ver más. Frente a mi, gente casi sin ropa, con la ropa como rota, como quemada. También gente rota. No entiendo este sueño, esta pesadilla. Veo dos
piernas en el suelo, a dos metros del asiento en el que estoy sentado. No sé porqué estoy sentado. Sigue sin haber ruido, sólo el pitido, pero debe ser
en mi cabeza.
Empiezo a oír quejidos, lastimeros, suaves, como lejanos. Muevo un poco más, lo que puedo, la cabeza. Más destrozos, más restos humanos,
cuerpos sentados, como yo, pero sin cabeza o sin brazos. Huele a chamuscado, a mezcla de plástico quemado y cuero caliente. Como en los accidentes
de tráfico, pero más fuerte. No entiendo nada, tampoco puedo despertar.
Voy recuperando sonidos, ahora unas voces, pero no distingo si de aquí, o de lejos, de fuera, o de otro sitio. No sé. Más quejidos. Yo no puedo
quejarme, no me sale hacer nada. No recuerdo que hacía antes de estar aquí. No sé que hora es. Creo que llueve, noto la cara mojada, y aquí no hay
techo. Esta como recogido, como quitado. ¿Qué está pasando, qué es esto, quién es ésta gente?
Oigo más gente, como si entraran aquí. Y empiezo a oír sirenas de policía, o bomberos. Cada vez más cerca. Y cada vez más cantidad, y muchos más
ruidos. Gente de dentro, poca, que rompe ventanas, y gente de fuera que quieren entrar. ¿Para qué entrar aquí, a este desastre? Voy moviendo el
cuello, me duele todo. Estoy en un tren. Suelo cogerlo a diario, para ir a trabajar. Pero no estoy trabajando. ¿Dónde está el trabajo hoy, y éste tren,
dónde está? Voy entendiendo. Puede ser un accidente. Pero, ¿por qué el techo está roto, como la tapa de una lata, recogido, doblado? Y sigue el olor
a humo, a quemado. Aquí dentro se mueven pocas personas, la mayoría de las que veo, deben estar muertas. Y rotas. Todo roto. Y huele, ahora lo noto
bien, a explosión, como a dinamita. Y me viene a la memoria la mili, como a destiempo. No viene a cuento ahora. Entran policías por las ventanas
rotas. Y bomberos con camillas de aluminio. Y con tela naranja, muy chillona, desentona con todo lo gris de aquí dentro. Debe ser grave esto. Sólo
puedo mover un poco la cabeza para que reparen en que estoy aquí. No me ven todavía. Ya no me parece un sueño, es todo en color.
Tengo un policía delante de mí, me habla y lo escucho. Pero no puedo contestarle. Sólo parpadeo. Para que se dé cuenta de que estoy aquí, y vivo.
Todavía oigo más el pitido en mis oídos, que su voz. Me toca el hombro. Creo que me va a ayudar. Cuando me saquen, espero que me expliquen que
está pasando. Espero no sea grave, pero no pinta bien. Mucho rojo y mucha ropa rota, sin nada dentro, y personas con posturas imposibles.
¿Será todo esto imposible también?
No hay comentarios:
Publicar un comentario