Filadi Curto
Aprendí el arte de la lucha, en
el fragor de la batalla sin tregua por la vida, por la mía, por la de ella.
Aprendí a ahogar las lágrimas que
nadie secaba.
Me cobijé en la noche oscura,
para huir de mis miedos y decepciones.
Sonreí a la vida, a la mar, a mis
hijas. Con la certeza de que todo era temporal.
Hoy te muestras oscuro y húmedo,
otoño, me traes al recuerdo a quienes me dieron la vida, a quienes me amaron
por encima de todo. Echo tanto de menos ese abrazo sincero, esa protección que
nunca más nadie me dio, que nunca volverá…
Y aun así, busco el abrigo de tus
hojas marchitas, de tus colores caducos. Sé que en tus remolinos ventosos te
llevas mi calma, para recordarme que sigo aquí, que la temporalidad todavía no
acaba. Que el sol se pondrá otra vez entre nubes y rojos, entre olas
encrespadas de esta mar del norte que es parte de mí… de tantos otros…
Sonreiré, cantaré a la vida, con
la consciencia de que tú estás aquí, ahora, mañana, siempre… Tan solo una parte
más del ciclo.
Pero hoy, como me dueles… otoño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario