Eduardo Martinez
Espero sentado en el banco de un
jardín, de un sanatorio psiquiátrico. Solo pienso. Solo.
¡Qué mejor morada para tanto
cansancio!
Aquí, por fin, murieron las risas y
los colores.
Intento llevar, como puedo, esta
vida color muerte…
Porque nunca sé quien empieza: si
un hombre, o una piedra, quizá un arroyo…
Miro por la ventana -persiana
bajada- y veo invariablemente a un niño
llorando frente a mi.
Y mientras tanto, oye mi voz a mi
voz, porque la soledad es no tener
a quien contársela…
(te
llamo, no estas; te amo, no vienes)
¡Cómo me grita el poema en estos
imprecisos días!
Me aterra la víbora gris que se
esconde en mi soledad. No veo pájaros libres,
solo sombras negras. Entre tú y yo.
Y sigo sentado en el banco del
jardín, hasta estar en la sala dos del sanatorio. Y
mientras…
Árboles de piedra. Sin sombra.
Mares de cristal blindado: tercos,
duros…
Cielo inflexible. No curvo. Opaco…
Espero en el banco de un jardín
psiquiátrico, un tren con retraso…
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