Eduardo Martinez
Desde entonces, tu voz en mi
recuerdo, pequeñita…
Besa de mi parte al tiempo. L´ora é
fuggita…
Tu olor a vida por vivir. Porque
la muerte es pensarte
sin que estés…
En esta estación de las tardes grises…de la tristeza.
Se acabó la fiesta en mi corazón;
para que estas
palabras salgan, es necesario que
el corazón esté boca
abajo; fuera de lugar como una
tormenta sin rayos.
Nadie
-tú tampoco- escucha mi soledad.
¿A quién se la cuento?
E, invariablemente, poemas como
escape a la tortura de vivir.
Compensación injusta sin duda...
(música
inquieta, rota…)
Algunas
veces, sentado a la sombra de la lluvia, pienso y no sé
otra cosa que la soledad, que el
desamor, que la muerte como -en el
mejor de los casos- premio.
Ya ni sé qué mes es. Sin duda el
último.
Hoy
dejas de dolerme vida, y no estoy triste…no estoy triste.
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