Eduardo Martínez
Reflejo en el espejo
y veo al muerto que un día seré.
Y no me gusta.
Podría pasar desapercibido
en un cuadro de Munch.
Es lo que tiene mi rostro cadavérico.
Duro, esquinado, tosco.
Es la cara que me has dejado.
Qué había antes, casi no lo recuerdo.
Los recuerdos se fueron contigo.
¿Dónde están los días en los que pasabas tus dedos de
pétalo, por mi cara azul cielo?
¿Qué es lo que veo ahora?
Los ojos de roca.
Los labios de mar enfurecido,
torcidos y amenazantes para todos.
La piel acerada,
sudario infinito y aceptado...
Ya vivo en el otoño;
ése que oxida los árboles... y el amor.
Y paso los momentos que me restan
deseando que vuelvas a mí.
Pero sé que no volverás, porque soy
la paz definitiva, la que espero
ya con la calma de tenerlo todo
acabado, finiquitado.
Ya no hay vida, amor,
ya no hay red salvadora
que nos vuelva a levantar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario