Visita al cementerio de La Carriona + Cipriano y el ángel anunciador - Filadi Curto

Visita al cementerio de La Carriona,Filadi Curto
Cipriano y el ángel anunciador

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Visita al cementerio de La Carriona

   Hoy hemos estado visitando el Cementerio Municipal de Avilés, ha sido muy interesante y creo que nos ha gustado a todos. Pensando en este Panteón, el de la Marquesa de San Juan de Nieva, diseñado por Arturo Fernández Cueto y esculpido por Cipriano Folgueras, he escrito un relato que os dejo para que lo leáis. Espero que os guste

Cipriano y el ángel anunciador

   El sueño le llegó a Cipriano de forma inquieta, por necesidad, pero sin dar descanso a su cuerpo. Un sonido sordo, incierto, lo invadió todo. Sintió con fuerza un viento a su espalda. Una oscuridad creciente cubrió el lugar. Con temeridad, Cipriano giró la cabeza buscando la explicación y allí estaba, un ser de luz que le miraba, de sus enormes alas de pluma blanca provenía el ruido y el aire, de su gran tamaño, al incorporarse, la oscuridad. Y aquel ser aleteó con más y más fuerza, Cipriano se vio entonces transportado a otro lugar. La luz blanca reflejada en los cristales de la piedra le cegó, se frotó los ojos, pero no consiguió ver más allá de una enorme mole de mármol, intuyó que estaba en una montaña bañada por un sol radiante de verano en Carrara.

   El ser alado se posó sobre la cima y las manos de Cipriano se convirtieron en cincel y en martillo. Trabajó sin alivio, hora tras hora, día tras día. Su cabeza no pensaba, su cuerpo no necesitaba alimentos, ni descanso. No había planos, ni bocetos, ni guía, tan solo el sonido de las alas le acompañaba. De cuándo en cuándo Cipriano levantaba la mirada y las esmeraldas de los ojos de aquel ser, le marcaban la tarea a seguir.

   Y de repente sus manos volvieron a ser manos. El silencio se hizo y lo invadió todo. Fue entonces cuando lo vio, tenía ante sí un gran sarcófago sostenido sobre garras de animal, rodeado todo él con guirnaldas de flores y sobre el féretro, una gran cruz. La tristeza invadió a Cipriano, una obra de vida destinada a la muerte.

   Una anciana con porte regio se acercaba, era su mecenas, el pudor invadió al artista, tomó un lienzo que estaba en el suelo y a toda prisa lo arrojó sobre la cruz. La mujer portaba un escudo de armas entre sus manos, se acercó al ataúd y lo colocó a sus pies; Cipriano la miraba con sorpresa, de repente la dama se volvió polvo y pululó en torno a la obra, hasta colarse entre las rendijas de la losa y desaparecer por completo en su interior. Cipriano quiso levantar la lápida, salvarla, pero el ser de luz apareció de nuevo, tomó asiento sobre el arca, con el brazo en alto, irguiendo su dedo indice señaló el cielo, en la otra mano portaba una trompeta, señal de su misión, era el ángel anunciador de la muerte.

   Al lado de Cipriano apareció una corona de adormidera, la tomó entre sus manos y al ir a colocarla sobre el féretro, garras, urna, escudo, cruz, lienzo, corona, trompeta y ángel se volvieron piedra, blanca piedra cristalina.

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