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Mi abuela - Rosa Hoyos

Mi abuela
Rosa Hoyos




¡Qué gran mujer era mi abuela! Ahora con el paso de los años la recuerdo con una gran nostalgia y valorando con suma intensidad sus enseñanzas, consejos, dedicación y renuncia de su propia vida en favor de los demás.
En los primeros años de mi infancia, vivía con nosotros en un pequeño pueblecito de la montaña  del sur de Cantabria. ¡Qué felíz recuerdo yo aquellas vivencias de la infancia! Mi abuela era dinámica, hacía de todo: cuidadaba el ganado, labores domésticas, labores del campo, etc.,  y a  pesar de tanto trabajo  vivía dentro de la mayor austeridad pues su esfuerzo no daba para más!... “Eran tiempos muy duros para los pobres” decía… Al pasar el invierno , y llegar la primavera,  me llevaba con ella al monte   y en sus ratos libres me entretenía enseñándome a diferenciar, árboles, flores, y algunas plantas con propiedades curativas. En otoño cogíamos moras, endrimas, castañas y algun otro fruto que ella decía:  - “La madre naturaleza nos lo regala   todo cuando la tratamos con cariño”. Luego, con el paso del tiempo descubrí que  ya tenía un sentido ecologista, aunque ella no supiese el significado de esta palabra, que tanto utilizamos  ahora y cuyo concepto  no practicamos demasiado. Recuerdo que, en los ratos libres,  sentada bajo un árbol, me contaba historias fantásticas del bosque y sus habitantes: personajes que cobraban vida en sus amenas narraciones,   terminando  siempre con alguna moraleja con final  didáctico, y haciéndome partícipe a mí de aquellas  bellas historias. Yo, me sentía libre como un animalito más del bosque, dispuesta a participar en todo tipo de  aventuras y fantasías que mi mente  infantil podía crear a través de sus cuentos.
Ella apenas pudo ír a la escuela, únicamente lo mínimo necesario para aprender a leer y escribir, como  decían entonces, “las cuatro reglas”, sobre todo las mujeres, ya que desde muy niñas tenían innumerables tareas encomendadas, pero en el caso de mi abuela, la propia naturaleza y sus vivencias la había dotado de una inteligencia especial  para su  supervivencia en años difíciles. Vivió  guerra, posguerra, y carencia de tantas cosas…,  que analizado desde el punto de vista actual,  es difícil de  entender, pero en su tiempo, lo sufría  con gran resignación ,no sé si cristiana,  pués ella también me enseñaba a rezar y a leer vidas de santos especialmente en mi temprana edad. No sabría decir si era realmente  creyente o quizá la idea religiosa  fuese  la que le permitiese   estar más reconciliada con su difícil vida soñando con  otra mejor y más duradera: “La eterna felicidad”… -“ Estamos de paso aquí y hay que hacer el camino ligero”,  decía  con  frecuencia.
De todos modos, ella siempre me inculcaba los valores del estudio y el esfuerzo para lograr una vida mejor y nunca olvidaré su frase preferida: “Envidia al que Sabe y no al que Tiene y serás más Libre y Felíz” .Ahora,  creo que se han invertido estos términos dando más importancia al “Tener que al Ser”, al  contrario de lo que  mi abuela me indicaba, y ¡así vamos!..... Tendremos que reflexionar sobre el tema para hacer un mundo más humano y solidario.
Ya de más mayor; me inculcó el amor a la lectura,  puesto que   el escaso tiempo libre de que disponía lo dedicaba a esa actividad.   Leía todo libro que caía en sus manos con gran avidez y placer. Yo misma,  cuando ya  en sus últimos años  se encontraba enferma e inválida, le procuraba  suplír todo tipo de novelas que podía conseguir con mis escasos recursos  ¡no era tan fácil como ahora el disponer de libros! … Siempre me decía: “Podrás tener el mundo a tu alcance a través de la lectura” y  “ Los libros serán tus mejores mejores amigos y consejeros pues nunca te fallarán”.
Posteriormente nos trasladamos todos a Avilés, mis padres, hermana y ¿como no? mi abuela también, pues siempre vivió con nosotros hasta el fín de sus días. Para ella ese cambio le supuso el tener que romper con su vida anterior, tradiciones y costumbres y tener que distanciarse de sus familiares, amigos  y vecinos  y  emprender un camino distinto al que ya conocía,  para trasladarse  a vivír a otra provincia desconocida, pero a pesar de todo  ello,  entendía que este sacrificio  podría suponer el mejorar la vida de  todos nosotros, ya que  se decía “ la industria ofrecía mejores perspectivas y recursos” y quiso apostar por ese futuro , el cual  no vislumbraba quedándose en el pueblo, al menos en aquellos difíciles años.
Durante mis adolescencia y temprana juventud trató de inculcarme los valores de amor y respeto a todos, y sobre todo  tener sentido de la responsabilidad en todas mis actuaciones ya que  ello  me evitaría  problemas de toda índole  y además me ayudaría a solucionar, con más amplitud de miras  las dificultades que van surgiendo en nuestro caminar . Todo ello me lo iba mostrando, como cuando era pequeña, a través de  sus  propios recuerdos  y relatos basados en sus vivencias personales. Pienso que aquella forma de analizar el comportamiento era demasiado seria para una adolescente como yo, pero no es menos  cierto que me ayudó a ser más madura y reflexiva, aunque en ocasiones me creó también un sentimiento un tanto trágico de la vida siempre tratando de analizar los posibles  resultados de   mis actos, lo cual no siempre era sencillo, pero…. ¡era así en general!.. Tal vez  posteriormente  y en la actualidad, en nombre de la libertad por la que ellos lucharon y sufrieron tantos abusos y represiones, estemos actuando con excesiva ligereza  y considero que, aunque en el pasado se oprimió de una manera atroz  tampoco  creo  que la  práctica del  “Vale todo” y “El fín justifica los medios” sea la solución de nuestros males ni hace que nos sintamos más felices. Lo difícil es el término medio,  pues lo extremos nunca son buenos consejeros ya que “Una sociedad   sin ningún tipo de valores ni compromiso es una sociedad sin futuro”.
Como balance he de hacer notar que mi abuela tuvo una influencia importantísima en mi vida y visto con la perspectiva del tiempo, y  viviendo  en la actualidad en una sociedad tan despersonalizada y  egoísta, su entrega y dedicación  adquiere una dimensión extraordinaria. A pesar de su generosidad para con todos; su vida  tuvo también sus  “luces y sombras”, quizás  más sombras que luces, pues le  tocó  una época de  oscurantismo total, en todos los aspectos; pero pienso asimismo, que en la actualidad, que supuestamente tenemos  todos los medios de desarrollar las “luces” no siempre  somos  capaces de encenderlas  adecuadamente  y estamos dando pasos hacia  una oscuridad que en vez de liberarnos nos oprimirá si no actuamos adecuadamente llevándonos a las “sombras” con lo que ello implica
También quiero resaltar que, a pesar de todas sus vicisitudes, mi abuela  fue muchas veces felíz dentro de “su pequeño mundo” y “sus pequeñas cosas”,  siempre decía que: “el secreto de una vida más felíz estaba en valorar las  pequeñas cosas” a lo largo de nuestra  vida y “ dando y recibiendo amor de nuestros seres queridos y de la naturaleza en su conjunto”.
Abuela deseo que si ese Dios , en el que tanto  parecías creer existe, te haya facilitado esa  vida eterna con la que tanto soñabas .  



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