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Giacomo antes de Cuaresma - Lucía Pravia

Giacomo antes de Cuaresma
Lucía Pravia



Otro carnaval. Mi fiesta favorita durante mucho tiempo.

Mmmm, cuando nos poníamos la máscara y nos llevábamos al huerto a las cortesanas… o a lozanas mozas de la nobleza… Salir a la calle sin conocer ni que te conozcan, y retozar con la de la voz más dulce, la de las curvas más sensuales… O la que más rabia te diera. Sabiendo que en esas noches la lujuria estaba permitida, durante diez maravillosos e intensos días.

Ahora todo aquello se ha ido. Hace tanto que sólo queda la representación historico-festiva de aquellos carnavales… carnales… Se reduce a un reclamo turístico, y lo entiendo… Pero es tan aburrido… Tremendamente anodino.

No es que tenga problemas para seducir a mozas en los tiempos que corren, aunque cada vez se vuelven más sabiondas y escurridizas. Pero no me va mal, todavía tengo encanto para no pasar necesidades en ese aspecto sin tener que pagar.

He buscado en otros países, cruzando fronteras, en busca de aquellos días de tácitos acuerdos tan deliciosos. He visto muchos carnavales: Brasil, Canarias, Cádiz… Muy bonitos, coloridos y espectaculares. Pero las licencias que podía tomarme, y bien sabe dios que me tomaba, en mi añorada Venecia no tienen cabida en ningún otro lugar.

Incluso leí que, en una ciudad del norte de España, había un descenso de cacharros disfrazados por varias calles, prometiendo las crónicas auténticas y, en ocasiones, titánicas bellezas descendiendo por los caminos de aquella ciudad, dándole esplendor. Pero también prometían mucha espuma, agua… Y, dado que mi débil garganta se empeña en enfermar ante cualquier mojadura, preferí no correr ese riesgo. Bastantes problemas me daban los canales, allá en Italia.

Mucho me temo que debo desechar la idea de volver a vivir aquellos días de vino, excesos y lujuria. Pero no estoy dispuesto a volver a disfrazarme, puesto que cada vez que lo hago me invade el gusanillo de la ilusión y acabo decepcionándome.

Me conformaré con otras ventajas de estos tiempos, en este nuevo milenio, ya que no pienso abandonar este mundo mientras pueda encontrar placeres que me satisfagan. Y aún quedan… ¡Quién hubiera dicho hace siglos que a través de ese portal que llaman Internet podría encontrar a tanta gente con mis mismos gustos y perversiones sexuales!


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