TRIPLE SPACE

DESCRIPCION


CAFE ENTRE LIBROS
ES UNA VENTANA AL MUNDO DONDE LOS AUTORES DEJAN SUS OBRAS CON EL FIN DE COMPARTIR CON TODO AQUEL QUE DESEE
VISITARNOS.

CAFÉ ENTRE LIBROS

CAFÉ ENTRE LIBROS

ULTIMAS PUBLICACIONES

En silencio - Eduardo Martínez

En silencio
Eduardo Martínez



.



            Lo vuelves a hacer; te vuelves a ir, me vuelves a dejar aquí con cara de espera desesperada. Y obligándome a mí mismo a decirte que haces bien, que te vendrá bien para tus estudios. Y seguro que es así. Pero cómo me duele volver a sentirte lejos.
            Estando aquí, aunque no a mi lado, me ayudabas a engañarme a mí mismo pensando que al menos, ante cualquier duda tuya de nuestra amistad, -porque no me puedo permitir el lujo de llamarlo de otra forma, que si pudiera lo haría- yo estaría cerca y acudiría siempre que te hiciera falta. Ahora ya no podré.
            Te dije una vez, y te lo dije con total convencimiento, vendrás y estaré. Y era cierto, así fue. Ahora ya me veo incapaz de decirlo, ya no sé si estaré la próxima vez que vuelvas, si vuelves.
            Qué impotencia infinita no poder cambiar nada. Qué desasosiego en mi corazón. Y lo peor, el pensar que tú al leer esto puedas pensar que qué te estoy contando, que por qué te vengo con estas cosas ahora, que se supone que todo era ya un recuerdo. Y fíjate, que sorpresa. Seguro que no te lo esperabas a estas alturas. Yo solo me obligué en su momento a ponerme a un lado, a mi pesar, pero también sé que fue en gran medida por mi manera de hacer las cosas. O de no hacerlas. Me consta que no todo lo hice como debería en su momento. Pero no pasa nada, ya lo pago con creces, créeme.
            Ya lo sé, ya lo sé, no debería escribir todo esto, total ¿a cuento de qué? Pues mira, no lo sé, supongo que es una manera de soltar peso, ya sabes que escribiendo me siento mejor.
            Ten por seguro algo, y es que te deseo lo mejor, como no podría ser de otro modo. Pero también creo que si esto me duele más que cuando te fuiste en otra ocasión, es porque aquella vez estaba seguro de que volverías, y seguiría, al menos, una amistad. Y así fue, más que una amistad, afortunadamente. Pero ahora estoy convencido, de que no habrá regreso, y de que aunque lo hubiera, no volveríamos ni siquiera a una amistad. No sé, cosas mías, no me hagas mucho caso.
            Pero a pesar de esta tristeza que me acompaña desde que me dijiste que te ibas, tengo que animarte, claro. No me puedo confesar contigo, por inapropiado, por poco necesario.
            Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal me ha derribado. Soy un pobre desgraciado, por idealizar lo que a lo peor no merece serlo, no lo sé. Pero siempre esta sensación que me acompaña, de que la vida me debe un millón de sonrisas, y no acaba de dármelas, y desconozco el motivo.
            Sabes, tienes la misma edad que yo tenía cuando empecé a soñar en encontrarte. Eres la mujer que busqué cuando aún no existías. Y yo el hombre hacia el cual querrás un día dirigir tus pasos. Pero estaré tan lejos de ti entonces, como tú de mí ahora.
            No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y mi caída, y siento más tu huida que mi vida. Soy la desesperación hecha hombre, la muestra andante de que la carne puede tenerse en pie sin un alma que llevar dentro.
            Sé que mis pensamientos pueden parecer exagerados, inapropiados de alguien adulto, pero son de alguien que añora, que echa de menos, que siente otro adiós más, otro más. Qué le vamos a hacer, el infierno de tu gloria ha pasado por mi vida, te llevas la gloria contigo, y me dejas el infierno aquí, a mi lado, burlón, como riéndose de mí sin ninguna vergüenza, como diciéndome; paga ahora por tu año de felicidad desaprovechada, este es el precio.
            Y aquí me quedo, en este verano sin sol, porque ya solo veo del sol, la oscuridad que deja tras su paso. Me quedo con este enfado con el mundo, porque contigo no me puedo enfadar. Y no puedo con el momento en que te vas, ese momento mortal a escondidas. Y la vida me puede, y la muerte del mundo cae sobre mi sombra. Y ya desde este momento, nunca más la vida. Se acabaron los colores, ya tengo encima el sudario gris que cubre mi resto. Como mi vida sin ti, gris, gris oscuro. Y lo peor de todo, no saber olvidar, por inolvidable.
            Pero, contéstame, ¿valió la pena? No sé tu respuesta, pero ya da igual, porque ya estoy instalado en mi mundo maloliente, triste y solitario. Y voluntario, como una penitencia que asumo, a lo mejor por merecida. Qué le vamos a hacer.
            Pero a la vez, me duele mi conformismo. Miro el cielo, y las estrellas me dicen que vuelva a por ti, que lo intente al menos, que no te deje escapar así. Pero desgraciadamente no tengo la fórmula. Solo tengo la fórmula de la desgracia. Esta me temo que es universal.
            Que te vaya bien, y que me recuerdes de vez en cuando. No entiendo por qué me ha tocado vivir en este mundo de plástico que es tan diferente a como soy. Que injusticia vivir esta época.
            Y créeme si te digo que siento pensar así, no lo hago a propósito, pero el amor no es aquello que queremos sentir, sino aquello que sentimos sin querer. He intentado fijarme en otras personas, incluso me lo han puesto fácil, pero no he podido, siempre tú, de forma continua unas veces, de forma intermitente otras, pero siempre tú, siempre ahí. Pero tengo que ahogarme en mi silencio, por injusto para ti. Mi silencio transparente. Pero mi silencio dice todas las palabras en dos: te amo.
            Pero en silencio.



2 comentarios:

nuria dijo...

siempre las despedidas son tristes mas cuando se sabe que sera la ultima, que se hace con los sentimientos que quedan?.triste y melancolico como la despedida misma.....

kany dijo...

Nunca un Adios... Habia sido tan dulce.